A medida que avanzamos en edad, de forma natural vamos perdiendo masa muscular. Esto es lo que conocemos como sarcopenia. Para evitarla es muy importante primero, hacer ejercicio de fuerza al menos dos veces a la semana donde trabajemos el cuerpo de una forma completa. Y segundo, darle proteína a nuestros músculos para que se mantengan fuertes. Para ello debemos de tener en cuenta que cuando comemos, por ejemplo, 100 gr de pechuga de pollo, no estamos tomando 100gr de proteína sino alrededor de 22 gr de proteína.

El problema es que necesitamos bastante más proteína a diario que 22 gramos. Los expertos recomiendan para una mujer adulta el consumo de unos 0,8 gr de proteína por peso corporal. Es decir, que deberías de multiplicar tu peso corporal por 0,8 para saber cuánta proteína debes de consumir.

El no tener unos músculos fuertes tiene consecuencias más allá de cómo se vean. El primero de ellos está muy ligado a uno de los síntomas de la menopausia.

Primero, observa de verdad nuestra alimentación ¿comemos lo mismo? ¿y cuantas veces al día? ¿es realmente sano? ¿es nutritivo? Tienes que cuestionarte todo con tu dieta para descubrir qué está ocurriendo. Comer solo fruta y ensaladas no te va a hacer adelgazar, al contrario.

Debes de comer proteínas y grasas buenas. Estas son las mejores aliadas para combatir esos tres frentes que se abren con la menopausia. Controlan los picos de insulina, nos dan sensación de saciedad y, muchos de alimentos con proteínas también son ricos en grasas buenas, como el salmón o los huevos, que son ricos en ácidos grasos antiinflamatorios.

Y si ya a todo esto le sumas ejercicio de fuerza, notarás ese cambio que necesitas. Tu cuerpo dejará de producir tanta grasa de forma incorrecta y, además, los músculos te ayudarán a que no se acumule y a quemarla. ¿Qué más necesitas?

Si conseguimos mantener los niveles de grasa saludables con nuestra cantidad de músculo estaremos previniendo muchos problemas asociados con la obesidad, como enfermedades cardíacas (son la principal causa de muerte en mujeres en edad de menopausia), desarrollo de diabetes tipo II, problemas articulares, etc.