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5 ejercicios prácticos para mejorar tumemoria

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En un universo donde las llaves parecen tener vida propia, desapareciendo justo cuando más las necesitas, surge una pregunta que trasciende la simple búsqueda de estos objetos metálicos: ¿Por qué mi memoria me juega estas pasadas? Si alguna vez te has encontrado revolviendo tu bolso o tus bolsillos, preguntándote "¿Alguien ha visto mis llaves?", bienvenida al club. Pero, ¿y si te dijera que este pequeño drama cotidiano podría ser el punto de partida para una aventura mucho más profunda y enriquecedora?

Durante la menopausia, una etapa tan misteriosa como malinterpretada, aproximadamente el 50% de las mujeres reportan sentir como si su memoria decidiera, de repente, tomar vacaciones sin aviso previo. Esto nos lleva a un interesante cruce de caminos entre la biología y la capacidad cognitiva. La ciencia nos cuenta una historia fascinante sobre cómo las hormonas, esas directoras de orquesta de nuestro sistema endocrino, tienen una relación muy íntima con los neurotransmisores en nuestro cerebro. Los estrógenos, por ejemplo, no solo fomentan el flujo sanguíneo hacia nuestro órgano pensante, sino que facilitan el diálogo entre distintas áreas cerebrales. Así, cuando el nivel de estrógenos baja, nuestra concentración y memoria pueden verse afectadas, dejándonos con esas familiares preguntas tipo: ¿dónde diablos he puesto esta vez las llaves?
Sin embargo, en lugar de resignarnos a esta realidad y no hacer nada, tenemos que entrenar nuestro cerebro, potenciando nuestra memoria y concentración a través de prácticas diarias. Imagina tu mente como un músculo más, uno que, con el ejercicio adecuado, puede volverse más fuerte y ágil.

La ciencia, esa aliada incansable en nuestra búsqueda del bienestar, nos ofrece algunas pistas sobre cómo podemos afinar nuestra orquesta cerebral. Te dejamos cinco ejercicios avalados por estudios que podrían ser la clave para no solo recordar dónde dejaste las llaves, sino también para mejorar tu memoria y concentración de manera significativa.

1. Cual paso del cangrejo, da pasos para atrás

¿Sabías que caminar hacia atrás puede mejorar tu memoria? Un estudio realizado por la Universidad de Roehampton en Reino Unido lo demostró. En el estudio, un grupo de personas vio un vídeo, imágenes y escuchó una lista de palabras. Luego, se les pidió a un grupo que caminaran 10 metros hacia adelante y a otro grupo que lo hicieran hacia atrás.

Los resultados fueron sorprendentes: ¡los que caminaron hacia atrás recordaron más detalles! Los investigadores creen que esto se debe a que caminar hacia atrás activa diferentes áreas del cerebro que están relacionadas con la memoria.

Así que ya sabes, si quieres mejorar tu memoria prueba caminar hacia atrás; eso sí en un sitio controlado y que sepas que no te puedes caer.

2. Dibujar en lugar de escribir

¿Sabías que dibujar lo que quieres comprar puede ayudarte a recordarlo mejor que escribir una simple lista?

Un estudio realizado en 2018 por investigadores de la Universidad de California, Berkeley, demostró que esta técnica funciona. ¿Cómo? Cuando dibujamos una palabra o un objeto, nos vemos obligados a observarlo con mayor detenimiento y a analizar sus características.

Este proceso de análisis profundo crea una conexión más fuerte en nuestro cerebro, lo que facilita la memorización.

3. Tu cuerpo en modo PLAY

Durante mucho tiempo, el ejercicio aeróbico ha ocupado el puesto de campeón indiscutible en reino del bienestar cognitivo. Sin embargo, las últimas investigaciones están agitando las aguas de lo establecido. Resulta que el tipo de ejercicio que elegimos y, sorprendentemente, el momento en que decidimos emprender estas actividades físicas podrían tener un papel crucial en nuestra memoria, especialmente cuando se trata de retener aprendizajes específicos con mucha precisión.

El ejercicio regular ha demostrado tener un efecto generalmente suave sobre la memoria. Sin embargo, la trama se complica y se vuelve más interesante cuando nos enfocamos en el aprendizaje de detalles finos y específicos. Aquí es donde entra en escena un tipo de ejercicio intenso, mostrando su poder para potenciar la memoria a corto plazo, como si tuviera una llave mágica que desbloquea nuestra capacidad para recordar con más claridad.

Pero no sólo el tipo de ejercicio importa. En un estudio intrigante sobre la interacción entre ejercicio y memoria, se descubrió que el momento del ejercicio es casi tan crucial como el ejercicio en sí para mejorar la retención de información. Participantes que realizaron 35 minutos de ejercicio intensivo en intervalos, cuatro horas después de memorizar una lista de imágenes asociadas a lugares específicos, mostraron una capacidad significativamente mayor para recordar esta información en comparación con aquellos que ejercitaron inmediatamente después del aprendizaje. Es como si el cerebro necesitara ese tiempo para marinar las ideas antes de ser agitado por la actividad física.
Pero atención, porque los investigadores no se han detenido ahí. Están en una búsqueda continua para descubrir el momento óptimo para ejercitar en relación con el tipo de información que deseamos que nuestro cerebro conserve. Esto podría ser la llave maestra para desarrollar estrategias de ejercicio personalizadas, diseñadas meticulosamente para optimizar nuestra memoria y aprendizaje. Imaginaos el potencial: ejercicios a medida que no solo mantienen nuestro cuerpo en forma, sino que afinan nuestra mente.

Así que, mientras esperamos ansiosamente más revelaciones podemos comenzar a experimentar con nosotras mismas jugando con el timing de nuestros entrenamientos.

4. Sumérgete en la nada terapia: un viaje hacia el silencio productivo 

¿Alguna vez te has detenido a pensar en el poder curativo de simplemente no hacer nada? Un estudio revelador dirigido por la Dra. Michaela Dewar de la Universidad Herriot Watt, en el corazón de Reino Unido, nos invita a explorar el impacto transformador del descanso en nuestra memoria.

Imagina a un grupo de individuos, cada uno cargando las secuelas de una amnesia inducida por derrame cerebral, divididos en dos contingentes para una prueba singular. Al primero, tras memorizar una lista de 15 palabras, se le sumergió en una nueva tarea, desviando su atención. Al segundo, se le ofreció un oasis de calma: quince minutos de reposo en una habitación velada, un intervalo de nada absoluta tras el desafío de memorización.

Los resultados fueron tan sorprendentes como iluminadores. Mientras que el primer grupo logró retener solo un 14% de las palabras tras diez minutos, el segundo grupo, aquel que se permitió un respiro, recordaba un impresionante 49%. La diferencia no era mínima; era abismal.

Pero, ¿qué misterio subyace detrás del descanso y su influencia en la memoria? Al aprender algo nuevo, nuestro cerebro teje conexiones neuronales delicadas y efímeras, hilos de pensamiento que requieren tiempo y tranquilidad para entrelazarse y solidificarse. Un breve período de descanso posaprendizaje no es un vacío, sino algo necesario para que estas conexiones se puedan robustecer y arraigar.

Sigue estos sencillos pasos:

  • Dedica entre 10 a 15 minutos a cultivar el arte de no hacer, justo después de absorber nueva información.
  • Busca un sitio libre de distracciones.
  • Cierra los ojos, permite que tu cuerpo se sumerja en la relajación.
  • Aleja de tu mente la información recién aprendida.
  • Deja que tu mente no piense en nada. Es difícil, pero con la práctica se consigue.

Experimenta la magia de la nadaterapia, un aliado insospechado para tu memoria.

5. Power Nap o siestecita reparadora 

Sumergirse en el mundo del Power Nap es como encontrar un atajo secreto en el complejo laberinto del rendimiento mental. Mientras que caminar hacia atrás, dibujar, y el ejercicio físico son todas tácticas válidas en el arsenal para fortalecer la memoria, hay una estrategia que se destaca por su simplicidad y eficacia sorprendente: la siesta poderosa.

Este no es un concepto arrancado de las páginas de un manual de pereza, sino un hallazgo respaldado científicamente que coloca al dormitar en un pedestal inesperado. Investigadores en Alemania descubrieron un filón de oro en el dominio del aprendizaje: las personas que se concedían una siesta de hasta 90 minutos después de memorizar pares de palabras lograban retener la información de manera más eficiente que aquellos cuya pausa consistía en ver una película. Esta revelación se suma a la evidencia acumulada por la Dra. Elizabeth McDevitt y su equipo en la Universidad de California Riverside, quienes encontraron que una siesta no solo preserva el rendimiento cognitivo a lo largo del día, sino que, sorprendentemente, puede potenciarlo.

 

El Power Nap emerge como una herramienta potente y subestimada para la mejora de la memoria. Lejos de ser una indulgencia, revela su naturaleza como una técnica de optimización mental. Se basa en la comprensión de que el cerebro, al igual que cualquier atleta de élite, necesita sus momentos de descanso para consolidar las ganancias, procesar la información y recargar energías para los desafíos que siguen.

Por tanto, si estás buscando un método menos convencional pero tremendamente efectivo para mejorar tu memoria, considera integrar el Power Nap en tu rutina. Ya sea que estés intentando recordar dónde dejaste las llaves o absorbiendo nueva información, una breve inmersión en el reino de los sueños puede ser justo lo que necesitas para aclarar tu mente y afilar tu memoria.

En resumen, caminar hacia atrás, dibujar, hacer ejercicio, hacer una pausa o dormir una siesta pueden ser tus nuevos aliados para mejorar tu memoria y por supuesto… no perder las llaves.

5 ejercicios prácticos para mejorar tu memoria.

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